Durante la mayor parte de mi vida, pensé que era incapaz de comprometerme con una actividad durante mucho tiempo. Normalmente, me venía una idea increíble a la cabeza, me pasaba días planeando cómo llevarla a cabo con gran ilusión, pero al cabo de un par de semanas esa chispa de motivación se desvanecía y otro proyecto se quedaba a medias.
En algunos casos, conseguía llegar más lejos que otras veces, pero al final, nunca obtenía el resultado esperado. Parte del problema es la mala costumbre de compararme con gente de mi edad y ver cómo ellos han sido capaces de convertirse en “expertos” en un área, mientras que yo probé todas las disciplinas durante un tiempo y me rendí.
No me malinterpreten, creo que he tenido logros importantes, como el haberme graduado de ingeniero, aprecio la perseverancia que apliqué a mi carrera y el beneficio de poder conseguir un trabajo en algo que me gusta. Pero la reflexión de la que quiero hablar no se centra en esos macroproyectos vitales, sino en las actividades que me gustaría hacer para adquirir una habilidad, aprender un idioma o mejorar una situación vital.
No soy un experto en comportamiento humano ni psicólogo para determinar qué factores específicos contribuyeron a la disciplina que demostré en estos meses. Hablo desde la perspectiva de lo que me ha funcionado y lo que me ha permitido experimentar un tipo de compromiso que no tenía antes.
Durante años había querido mejorar mi nivel de inglés en escritura y habla, así que decidí proponerme un desafío: #100DaysOfEnglish, donde tenía que escribir un artículo en inglés de al menos 250 palabras todos los días. En ese momento, no creía que pudiera lograrlo, pensaba que sería uno de esos proyectos que me propongo y que abandono después de dos semanas, pero artículo tras artículo me demostré a mí mismo que la consistencia es la clave de cualquier proceso.
Considero que dos acciones que no había intentado antes me han ayudado a mantener la consistencia:
Compromiso público
No sabía que podría tener tanta fuerza mental, pero comprometerme públicamente a alcanzar una meta hace que mi mente elimine las excusas cuando se trata de cumplir la actividad diaria. En este caso, publiqué el desafío tanto en Medium como en mi Instagram, lo que ha sido un recordatorio constante de que no debo fallar, un impulso adicional que llega en los momentos en que pienso en rendirme.
KISS
Llevé este concepto del diseño de aplicaciones web para aplicarlo en mis actividades (KISS) Keep It Simple, Stupid! que traducido al español sería algo como “Mantenlo Simple, Estúpido”. Se trata de eliminar todo lo que es superfluo para la meta propuesta, eliminar lo irrelevante y centrarse en lo simple, práctico y funcional. Por ejemplo, muchas veces intenté ganar peso y el nutricionista me dio una dieta con la cantidad exacta de calorías, macronutrientes y micronutrientes. Pensé que si llevaba un registro riguroso de todo lo que comía, alcanzaría mi objetivo, pero ocurrió lo contrario: la complejidad de medir todo resultó en la pérdida de compromiso.
Definitivamente la consistencia es un superpoder para las personas que la dominan; es una habilidad que elimina la visión a corto plazo y te enfoca en metas largas y duraderas. Es una habilidad que me gustaría seguir desarrollando en el futuro, y espero que este artículo te inspire a hacer lo mismo.